06 diciembre, 2010

La mujer española en el siglo XIX

Analizando la historia del siglo XIX, no cabría olvidarse del papel de la mujer española, pues estadísticas que datan desde 1769 en adelante confirman que la mitad del porcentaje total de la población lo constituían las mujeres, con una mayor proporción de las solteras, seguidas por las casadas y posteriormente de las viudas. Curioso dato, puesto que la única profesión que podía ejercer la mujer en los albores de esta época era el de esposa y madre. Su vida cotidiana transcurría realizando actividades entre las paredes del hogar. El ser una mujer trabajadora tampoco era alentador, pues sus condiciones laborales eran penosas.


La opinión generalizada en la época era la idea de la inferioridad de la mujer frente al hombre dada su naturaleza, es decir, la figura de la mujer sugería debilidad y por ello no era considerada igual en ningún aspecto comparada con el hombre como, por ejemplo, en cuanto a su educación, con únicas miras hacia el mantenimiento del hogar y el cuidado de los hijos y los esposos.

A comienzos del siglo XIX se gestó la idea de que dichas madres y esposas necesitarían una mínima educación encaminada a la labor de educar a sus hijos, los cuales, más tarde desarrollarían un trabajo en la sociedad. Por ello, en 1814 se presentó un proyecto de enseñanza pública que tenía por objetivo la creación de escuelas públicas para enseñar a las niñas a leer y a escribir con intención moral, no de carácter indispensable como se piensa ahora. Durante la restauración de Fernando VII este sistema fue abandonado y no se recuperó hasta el trienio liberal, aunque las escuelas públicas y los medios escaseaban. Durante los años 30, se dará un fuerte impulso a la instrucción pública.

En 1838, la ley del 21 de julio es el primer paso para constituir una enseñanza a nivel estatal infantil de ambos sexos. A pesar de ello, seguirán existiendo restricciones, como escuelas separadas con las pertinentes modificaciones que exigía la diferencia de sexo. Lo cierto es que durante todo el siglo XIX siguió predominando la idea de que la mujer no necesitaba versarse en amplios conocimientos, pues solo se esperaba de ella un buen adiestramiento en las tareas del hogar.

Dentro de este clima tan desfavorable para la mujer española, tenemos claros ejemplos de superación a lo largo de este siglo, de entre los cuales cabe destacar brevemente los siguientes:
  • Carolina Coronado Romero de Tejada (Almendralejo, Badajoz, 12 de diciembre de 1820 - Lisboa, 15 de enero de 1911, enterrada en el Cementerio de Badajoz). Su hogar se convirtió en un lugar de tertulia literaria entre escritores progresistas y refugio de perseguidos, algunos de renombre en la época. Su obra es, en su mayoría, poética, llegando a ser calificada con el título de “Bécquer femenino”. Entre su prosa, destacará Paquita, Luz, La Sigea, Jarrilla, etc. Lo que más preocupaba a esta autora era la ignorancia en la cual estaba sumida la mujer y la rígida moral a la que la sociedad la sometía.

  • Rosalía de Castro (1837-1885). Esposa de Manuel Martínez Murguía, cronista de Galicia. Compuso sus primeros versos a la temprana edad de 12 años y a los 17 ya había escrito su primer libro La Flor. Una de las características más importantes de su obra es su concepción del amor. Algunos escritores la consideran precursora de la Modernidad.

  • Concepción Arenal (La Coruña, 31 de enero de 1820 - Vigo, 4 de febrero de 1893). En 1848 se casará con el abogado y escritor Fernando García Carrasco. Juntos colaborarán en el periódico liberal La Iberia. El 1861 la Academia de Ciencias Morales y Políticas la premió por su memoria La beneficencia, la filantropía y la caridad. Era la primera vez que la Academia premiaba a una mujer. Entre sus obras destacan Cartas a los delincuentes, Oda a la esclavitud o El reo, el pueblo y el verdugo.

  • María Josefa Massanés (Tarragona, 1811 - Barcelona, 1887). Poeta y escritora española del Romanticismo. Colaborará en revistas como El Vapor, La Violeta y La Religión. En 1838, la Academia de las Buenas Letras la nombrará socia de honor y en 1858 el Instituto Agrícola Catalán y el Círculo Literario de Almería la nombran socio honorario. Fue autora de obras como Poesías (1841) y Flores Marchitas y Nueva Colección de Poesías (1850).

  • Ángela Grassi (2 de agosto de 1823, Italia – 17 de septiembre de 1883, España). Durante su niñez se versó tanto en el ámbito musical como en el literario, además de también aprender geografía, retórica y arte. Llegó a convertirse en maestra. Entre 1867 y 1883, ya premiada por sus obras Las riquezas del alma y La gota de agua, dirigió y colaboró en la revista El correo de la moda, Los juicios del mundo, El capital de la virtud, La paloma del diluvio y Palmas y Laureles.

El discurso ideológico que transmiten estas mujeres define el modelo dominante en la sociedad decimonónica o el desacuerdo ante el trato inferior de las mujeres. A partir de la muerte de Fernando VII la prensa femenina editará publicaciones de corte satírico, literario, político y militar como El Iris del Bello Sexo en La Coruña, La Psiquis en Valencia, El Elegante en 1841, La Aureola y La Guirnalda editados en 1842. La Gaceta de las Mujeres, semanario madrileño editado en 1845, marca la aparición de prensa de mujeres. Su directora será Josefa Moreno y Nartos y colaborarán también, entre otras Carolina Coronado, Dolores Gómez de Cádiz de Velasco, Ángela Grassi y Gertrudis Gómez de Avellaneda.  

El Nuevo Pensil de Iberia se caracterizará por la defensa constante de un trabajo digno. El trabajo de la mujer se torna sumamente importante no solo como bien social sino como medio para librarse de la tutela económica del varón. Los hombres y mujeres que colaboraron en El Nuevo Pensil realizarán una crítica de los condicionamientos sexuales y sociales a los que está sometida la mujer. Sin embargo, los hombres no sabrán decir qué papel es el que es el que podrá representar la figura femenina en la sociedad.

Lo cierto es que existe una constante en la prensa femenina: el tiempo no ayudará a la mejora de la visión de la figura femenina en la sociedad. Lo ocurrido es un gran empuje de su situación social y política en unas décadas, para luego volver a la condición conservadora del llamado “Ángel del hogar”.

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